sábado, junio 26, 2010

TRABAJOS DE TALLER - A2 2010 Pedemonte

Precisiòn y expresiòn



La aparente contradicciòn entre la capacidad para ser precisos y a la vez expresivos se diluye en el trabajo de Victoria.

Veamos la soltura con que Victoria encuentra las lìneas de continuidad del dibujo, aquellas que pueden reconocerse por dibujarse sin levantar el làpiz de la hoja, que dan unidad e idea de conjunto al plano y la precisiòn con la que decide enfatizar ciertos rasgos, donde la presiòn del làpiz sobre la hoja destaca puntos o elementos de esa trama continua de relaciones territoriales. Luego, como tercer elemento del dibujo, la sutileza en la utilizaciòn del sombreado, marcando la densidad y espesura de lo vegetal-espacio.


La habitabilidad, el lugar del hombre es la extensiòn completa del territorio. La vivienda como tal disuelve sus lìmites, configurando un punto de referencia, un lugar de cobijo, desde el que se abre hacia la relaciòn con el territorio.

¿Sus formas? Poco interesa, la percepciòn del objeto arquitectònico en la ausencia de perspectiva selvàtica pierde sentido, son un puro accidente en la estratègica trama de relaciones que toman el territorio.

El territorio y el hombre constituyen una unidad indisoluble que llamamos paisaje. Veamos que puede decirnos Kusch al respecto.
Dialèctica del continente mestizo. Rodolfo Kusch


El paisaje se agiganta en el largo trayecto que va de la palabra a su realidad. La distancia convencional de su objetividad, del simple estar presentes el árbol, la llanura y el río se supera. Detrás de su grafismo, iluminado por rasgos y colores, cierta hondura roza el extremo común a nuestra existencia y el mundo. La realidad pretenciosa y definidora de la palabra y de la forma, queda como un balbuceo en labios del paisaje, que, honesto siempre, nunca enuncia: lleva sus formas a la deriva, flotando insignificantes en su nimbo demoníaco.

La distancia entre el paisaje y el hombre es enorme y el nexo sólo se da por opción. El predominio de la vegetalidad en las selvas, los ríos torrentosos, la pampa inmensa crea un paisaje en que el hombre aún no existe, aunque éste participe y sea llevado como posibilidad en su seno. El demonismo del paisaje, que se explícita en la negrura de toneladas de humus, en vez de contribuir al hombre, se pierde en la creación incesante de un continente estático y vegetal que genera formas y mentalidades según la génesis del árbol.

El hombre no es más que un intermediario. La vida cumple un ciclo sustituyendo el vegetal por el hombre, que, a su vez, retorna a aquél. Llamemos al retorno espíritu, estado o Dios: se trata en el fondo siempre de una explicitación de la vegetalidad. El hombre es así lo que el vegetal no pudo ser. Este mantiene su apego a la tierra, se perpetúa en la forma, en la visualidad. Pero en su rigidez esconde una fuerza, un ímpetu de prolongar una modalidad, de exhumarla en la forma sin contenido y para llevar a cabo esto último pasa su vitalidad al hombre.

El americano es ambivalente porque constituye, frente al paisaje, una definición inválida, a la que se le amputó la conexión con la tierra. Tiene conciencia de ello y por eso busca en el paisaje las raíces que le faltan. Secretamente pide la quietud porque siente que el principio motriz de su cuerpo sólo representa un mero intento de superar el vegetal. Como no puede escapar a su sentimiento vegetal, siente que la cualidad motriz de su cuerpo no es más que ficción, un simple proyecto para la creación de un mundo móvil. Justifica la movilidad sólo como otra forma de desgaste energético, de vitalidad ramificada, que en nada afecta esa rigidez estática y ve¬getal en que se halla el cuerpo en sí, en tanto organismo. El americano presiente que la movilidad reemplaza al ramaje. Ella representa sólo una independización aparente del vegetal por cuanto es apenas un simple medio para retornar a él con más hondura.
Fundar un pueblo, escribir un libro, realizar un acto de bien significa reconectar con el paisaje, significa perpetuar la verdad inmóvil y estática del vegetal.
Entre éste y el hombre no dista más que una diversa aplicación de una energía original.


En el vegetal la energía se da al principio, se define como savia, pez, alga o árbol; pero en el hombre está al final, sale de sus manos para crear un mundo fijo que, si bien llama espíritu, no escapa a la índole del vegetal.
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Estuve leyendo este comentario realizado por los docentes de A2 y me parece adecuado expresar esta reflexion:
La sintonía entre el texto y las imagenes es admirable.
Los conceptos filosóficos del paisaje americano de Kusch parecen estar relatados gráficamente por las poderosas imagenes de Victoria.
Los admirables modelos renuncian a su objetiva condición cartonera y en este sugestivo contexto cobran ribetes de orgánicos sedimentos vegetales.
Es posible trasmutar la verdad cientifica de la materialidad de la protoqueta ( absoluto cartón) por la verdad poética que emana del texto convirtiendo la materia en verosímiles capas vegetales .
Así es posible entender que lo habitable en la selva se da a traves de la configuracion de vaciós en el laberinto vegetal.
La presencia de este sutil y complejo orden anticipa la victoria de Victoria .
Excelente
Marcelo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay entrega el lunes???
Gracieeeeela!!

Anónimo dijo...

Entrega no hay.
Aunque siguiendo el ánimo mundialista bien vale aquello de que "de ahota en mas todos los partidos son finales".
Saludos
Federico