Piso
la geografía, el suelo con espesor estratos interminables me preceden en las
profundidades, pero solo veo lo superficial, lo plantado.
La
ciudad abstracta emerge del suelo, de rigurosa geometría forma la trama.
Individuos la recorren, algunos contenidos, otros desafían el horizonte para
salir de ella.
Mar
de silencio
El
pasado presente está, férreos cadáveres lo delatan, y antiguas construcciones
de ladrillo son aplastadas por el cielo y la pampa para devolverlos a la
tierra.
La
llanura cómplice del tiempo quiere adentrarse, pero se funde en los límites,
barreras visibles e invisibles enmarcan la racionalidad, hacia ellos la
vastedad es protagonista.
Interminables
líneas metálicas surcan la tierra para nutrir la ciudad pero la tranquilidad
las consumió, a dormir las condenó.
Ante
el horizonte y el imponente vacío solo la tierra puede echar sus raíces al
cielo, en masa adquiere fuerza para vencerlo, gigantes del tiempo que lo desafían,
productos de la tierra que quiere unirse con el cielo.
Piso
donde nunca pise, marco el suelo con mis pies, hago raíces, dejo huella a cada
paso y la tierra deja su huella en mí.
Matías Otero
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