Al entrar al pueblo tuve la sensación de que el tiempo se detuvo o mejor dicho haber tenido una vuelta atrás, de no ser por algunos edificios como bancos o la estación de servicio y la presencia de automóviles de modelos actuales, toda la edificación del lugar da a la idea de estar en las misma condiciones desde la conformación del lugar, mas en el centro, donde las edificaciones sin ningún tipo de modificación, pero en muy buen estado de conservación, como algunas otras en las afueras, estas ultimas solas, distantes unas de otras, quietas en el tiempo.
Este lugar transmite tranquilidad, fuera de toda la vorágine de la ciudad, donde uno se siente, que viene de afuera, observado, como bicho de otro poso, donde todos se conocen, a la vez que son muy cálidos en el trato con nosotros. A las afueras da la impresión de ser un lugar abandonado, donde se ve muy poca o en momentos ninguna persona, recorriendo el lugar. Casas que parecen abandonadas, que por orden municipal no pueden ser modificadas o reparadas en su exterior, algunas son habitadas devolviéndoles la vida.
Capilla del señor parece un lugar quieto en el tiempo, donde abunda la tranquilidad, de momentos abandonado y en otros lleno de vida, pero siempre en un estado de estanqueidad pero una estanqueidad buena, que resalta lo bueno de esos pueblos que por lo general se ven en el interior y mostrándonos la conexión entre el pasado y el presente todo en un lugar.
Bernardo Astrada
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