Estuve a la expectativa de algo. No sé qué era, no sabía describirlo.
Decía: “acá… acá hay algo mal…”. “Pueblo
chico, infierno grande dicen…. Todo tiene que ver con todo, como nada puede
tener que ver con nada… Pero pasa algo raro acá.”.
Y me di cuenta! Estoy esperando el “BANG!”.
Casi una necesidad, sin ser un deseo, como una droga. Eso que suene fuerte en
la cabeza, que nos quita la atención y la enfoca de arrebato, la DISTRACCION.
Pude sentir las molestias que mi cerebro
calló, ya hace mucho tiempo, por ser constantes distracciones. Puede ver los
causantes del cansancio y malestares que agreden a mí funcionar equilibrado.
La tranquilidad y la paz pueden hacerse
propias también.
Cae el sol. Sentado, apoyado bajo el
resguardo de un árbol mirando el ocaso de un naranja degradé, hipnótico placer
crepuscular.
Aproveche ESE momento. Esa transición
poética, el descenso de lo que fue, y la llegada del ahora. La muerte de la luz
visible y la llegada de la oscuridad sensible. Con ese paisaje metafórico
revelador a mí alrededor, esa cambio de energía al que nadie puede escaparse,
más allá de nuestra voluntad.
Observé desaparecer la luz mayor que nos guía
desde las alturas y brinda calidez y visión absoluta. La sentí encenderse en mí.
Mi cuerpo y psiquis están en calma, mi alma se despierta iluminada y estoy en
contacto con mi mismo.
No sé cuánto tiempo después, me vi contemplando
millones de estrellas.
Soy una estrella más del gran paño negro de
fondo. Soy TODO. Es un momento infinito.
Emiliano Adrián Martinez
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