Plantarse en el terreno. Los límites son claros, entenderlo es libertad. Saber que la ciudad demanda elevarse, recortar el cielo para apropiarse del mismo, volcarlo dentro de las fauces del edificio para procurar su supervivencia.
Pablo quiere volar, elevar su edificio y darle vida. Y para eso entiende que el edificio es un organismo que necesita de su esqueleto fundante, de su respuesta hacia la calle, de la dinámica del espacio.
Y la construcción del vacío como fuente de luz y de aire, de vida. El trato con sus vecinos, con el lenguaje de su entorno, y a la vez reivindicando la renovación.
Plantarse con una idea, materializarla a través de la estructura; términos que hablan de sostén y de seguridad los cuales llevan a la libertad inequívoca de acción.
Juan Agustín Carpinello
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