El
Hombre -un cuerpo terrenal que sabe ciegamente de su existencia y a la vez
vacío de todo- situado entre un espacio omnipotente, preestablecido, con su
naturaleza consciente de su propia existencia y el otro NO espacio, el espacio
vacío, el que no se ve, el transparente, absoluto.
El vacío es en tanto el hombre lo imagina.
Él lo interpreta, lo hace girar lo carga de significado, lo interviene
transformándolo en otra cosa quitándole su transparencia
El vacío es la incertidumbre, la duda,
el sinsentido, lo no visible que se
sacia sólo con el miedo o en la crudeza del trabajo, de la cotidianidad,
dotando de sabiduría a nuestro Hombre. Otorgándole entidad, lo hace, ahí se da cuenta y sabe que ES.
Luciano Abramo
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