INVARIANTES 1_La manzana y el tejido

El cambio de ambito desde la vastedad del campo, con sus cuatro horizontes a la ciudad nos pone ante del desafío de mediar con lo conocido. 

En verdad la originalidad del ámbito urbano nos parece menor, estamos tal vez habituados a ella y el nudo de algunas de sus invariantes se nos presenta solapado en la inmediatez de lo ya conocido. 

Ahondar en la comprensión de lo urbano nos exige soltura al momento de poner en valor la consistencia del algunas experiencias pre-dadas. 

Vale la paradoja de desaprender de lo dado como condición para avanzar en lo nuevo...

La manzana, como caracterización de lo urbano admite abordajes particulares. Hay en la manzana claves temáticas a develar que llamaremos invariantes.   

La noción de territorio se sostiene en lo urbano cargado de nuevos significados, complejizado. 

El vinculo entre las partes no es ya lineal, las relaciones son diversas, las tensiones se conjugan en plural, se alteran, varían, saltan.

Los elementos de disocian en un continuo de elocuentes correspondencias. Lo individual  se ve necesariamente en relacion con lo otro, casi sin opciones.

Las distancias se acortan, el espacio se tensiona, las relaciones se aprietan. Los elementos ven en entredicho su independencia, el horizonte resigna parte de su dominio en la necesidad de crecer.

El tejido es la invariante que recoge estas particularidades. En el tejido están las claves de esta trama de mutuas relaciones... 

El tejido se expresa en la voluntad de dar con ese territorio cargado de tensiones, de relaciones en cruce, superpuestas, yuxtapuestas. Es necesario develar el mapa del territorio urbano logrando reconocer en el tejido la clave que encierra parte del sentido de esos vínculos. 

El suelo no es sólo horizonte. El tejido expresa la voluntad del suelo en crecer. Se puede ver el suelo como expresión vertical de ese crecimiento. 

La verticalidad se refleja en la continuidad del horizonte. Un nuevo horizonte indivisible de lo vertical. Expresión necesaria de la urbano en la insalvable necesidad de ganar el cielo, la luz y el sol. 

Hay un nuevo horizonte, resultante de lo vertical. Cabe en la ciudad la contradicción de definir al horizonte como resultante de la verticalidad. 

El tejido es urdimbre. Abstracta de tensiones en relación y espacial en tanto anticipo de escala. La tensiones se conjugan en las tres dimensiones del espacio. La urdimbre es también espacial. 

La Escala es también la aprehensión del espacio fundada en el reconocimiento de los elemento que lo modelan. En la métrica del espacio, con sus proporciones, ritmos y compaces se materializa la escala.  El espacio es la expresión tejida de la escala.  

Y al situarse la escala deja ver sus significados. La escala del hombre, la escala del habitar. 

El valor de cada elemento se adjetiva en la conjunción con lo próximo. La relaciones se traman por semejanzas o indiferencias. Sostener la autonomía en el orden de los objetos es una forma particular de ofrecerse en relación   

  

Y el continuo se complejiza. La independencia e individualidad de los objetos no es tal. Hay en lo urbano una dimensión superadora de lo particular que implica asumir la pregnancia del tejido como clave de relación. Los objetos son ya sujetos de una trama de relaciones capaz de ser develada. 

La manzana es entonces una de las claves que sintetiza algunas de las invariantes de lo urbano. 

El tejido puede develarnos  algunos de los significados de la escala y del espacio, sabiendo del nuevo ámbito que nos contiene. 

En cada manzana están contenidas las semillas de las cuales podrán crecer algunos de los conceptos fundantes del ejercicio planteado.  

Federico