Vacker arkuitektur = hermosa arquitectura 2 Cecilia Coppo......

Simultáneamente se erguía el esbelto torso en torsión.............¿la hermosa arquitectura, al igual que la utopía siempre tiene algo de obstinado y caprichoso, aparentemente inútil?

El anfiteatro donde estoy tiene forma de cuña, y el hormigón desnudo, deja ver las marcas de las tablas que le dieron forma, y unas horadaciones cuadradas azarosas, que dejan ver pequeñas instantáneas de formato polaroid de lo que pasa del otro lado. En unos de los extremos de la cuña, como estelas de un avance sobre piedras partidas rojas, se suceden unos muros rojos y ocres, con otras horadaciones: caprichosas tanto como ellos mismos.

Percibo en el barrio ciertas similitudes con Puerto Madero, pero algunas diferencias fundamentales me vienen a la mente, Menos reciclaje, más obra nueva. Esta nueva urbanización costera, les da la bienvenida a todos los que no habitan la zona: festivales gratuitos, playas, bicisendas y muebles de intemperie, pistas de skate y bickers, no hay reja ni guardianes con mala cara. Lo público es de todos, y el barrio invita a entrar y recorrer. Los suecos y todas las diferentes comunidades que habitan tierra sueca lo comprenden.

Pienso que sería bueno escribir, y comienzan las preguntas: ¿Quiénes habitan estas casas? ¿Cómo serán sus vidas? ¿Quiénes serán los arquitectos que construyeron estos conjuntos de viviendas? ¿El estado habrá encargado estos proyectos?

No tengo las respuestas, pero sí algunas historias que llegaron a mis oídos, como los tambores traídos por el viento, citando a: Abelardo, José Luis, Jonás, Pepe, René y Rodrigo. Muchos de ellos con heroicas historias de la Latinoamérica golpeada de los años 70... Llegaron acá pensando en volver, y finalmente se quedaron. En las de los más jóvenes: Matías, Gabriel, los Javieres, Lizet, Aina y Ariel abundan cuentos de parejas efímeras: mezclas culturales y rupturas como desenlace. Y unas pocas de los suecos, acotadas claro, por problemas de comunicación: Robert, Clara, Mark y Alexandra con sus puntos de vista claros y precisos.

Västra hamnen es el barrio más nuevo de Malmö, donde antes, según me han contado, estaba la grúa gigante de Kokums, el astillero más grande de Europa. La grúa de Kokums, era tan grande que se veía desde todos los puntos de la ciudad, y antes de que Calatrava desembarcara con sus orgánicas ideas, era el símbolo de las postales malmölences.
Pero las economías mundiales cambian, y las moles edificadas que sirvieron en un momento, pierden su función y es necesario renovar la energía, tal vez convertirlas en algunos millones…
“¡No!..... reutilicemos la grúa , podríamos convertirla en un gran mirador” Dijeron los conservacionistas. No hubiera estado nada mal una vista hacia el mar báltico y el resto de la ciudad a más de 130 metros de altura. Pero los millones aportados por Corea del Sur ganaron la pulseada, y la gran grúa de Kokums se desarmó y viajó a tierras orientales a comienzo del nuevo milenio, para seguir con su verdadera función: dejar suspendidos en el aire miles de toneladas navales. Simultáneamente se erguía el esbelto torso en torsión.

Monto mi bici, me alejo del mar y del barrio de la vacker arkitektur, veo lo que quedo del astillero Kokums: un gran edificio y unos enormes puentes grúas, pequeños para los ojos de los que conocieron la gran grúa de Kokums, estos aparentemente solo se dedican al armado de molinos de viento. Mientras pedaleo pienso en los caprichos de los arquitectos, y también me acuerdo de la lucha del Don Quijote de Cervantes con los molinos de viento… y viene a mi mente una frase de Jonás, sobre otro de los arquitectos argentinos que han logrado construir en tierra sueca: “la obstinación y la pasión que le pone a sus obras ha hecho que algunas veces ponga plata de su bolsillo para que la obra quede como él quiere”.

Y me pregunto: ¿la hermosa arquitectura, al igual que la utopía siempre tiene algo de obstinado y caprichoso, aparentemente inútil?

Cecilia Coppolechia , arquitecta corresponsal docente de la cátedra en Suecia

PD: Ah Cecilia me pidió que le dedicara estos croquis a Patricio Mansilla Rioseco...para que de ellos abreve.

Marcelo