jueves, noviembre 05, 2009

















El americano es ambivalente porque constituye, frente al paisaje, una definición inválida, a la que se le amputo su conexión con la tierra. Tiene conciencia de ello y por eso busca en el paisaje las raíces que le faltan. Secretamente pide la quietud porque siente que el principio motríz de su cuerpo, solo representa un mero intento de superar el vegetal. Como no puede escapar a su sentimiento vegetal, siente que la cualidad motriz de su cuerpo no es más que ficción, un simple proyecto para la creación de un mundo móvil. Justifica la movilidad solo con otra forma de desgaste energético, de vitalidad ramificada, que en nada afecta esa rigidez estática y vegetal en que se halla el cuerpo en sí, en tanto organismo.

El americano presiente que la movilidad reemplaza al ramaje. Ella representa solo una independización aparente del vegetal por cuanto es apena un simple medio para retornar a él con más hondura. Fundar un pueblo, escribir un libro, realizar un acto de bien significa reconectar con el paisaje, significa perpetuar la verdad inmóvil y estática del vegetal. Entre este y el hombre no dista más que una diversa aplicación de una energía original. En el vegetal la energía se da al principio, se define como sabia, pez, alga o árbol; pero en el hombre está al final, sale de sus manos para crear un mundo fijo que, si bien llama espiritu no escapa a la índole del vegetal.

Rodolfo Kusch - La seducción de la barbarie.

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