martes, mayo 19, 2015

El sabor del encuentro.... Arquitectos buscando

Hemos escuchado infinidad de veces  en nuestro taller que cuenta con varias décadas de permanencia en los claustros universitarios,  hablar a nuestros maestros de la importancia de la búsqueda.
En mi caso particular siendo alumno siempre lo percibí como algo intangible, inentendible. Sonaba relacionado a un cierto ocultismo pedagógico, pero al mismo tiempo me producía mucho interés y me inducia a no saber que, ni cómo ni para qué, pero buscar…

Buscar formas sugestivas con  la aparición de respuestas que no tenían preguntas y que respondían en gran parte a actitudes  intuitivas, claro está, generalmente carentes de contenido.
Pero sin duda, el valor agregado que se nos ha sabido inculcar a fuego y de forma indeleble, es el  sentido indispensable de la búsqueda.

Búsqueda, en esa mágica palabra es en la que se ocultan infinidad de posibilidades de interpretación y aplicación, donde el tema central es el del reconocimiento de los arquitectos no solamente como proyectistas y constructores, mucho menos como simples solucionadores de problemas, sino como, y con firme autodeterminación, de arquitectos que investigan, escriben, profundizan, reflexionan y luego  proyectan, pero siempre expresándose  como artistas.

La búsqueda utilizando al arte como medio, aplicándole la razón y la intuición. Y no es casual que adoptemos esta postura, ya que conocemos el deterioro que nuestra profesión ha sufrido provocada por la falta de lineamientos culturales ciertos como nación, afectando tanto a nuestra sociedad como a nuestras universidades. Nos hemos transformado en prescindibles.

Nuestro último refugio es el arte, al que nunca debiéramos haberle dado la espalda. Este es el punto de partida desde el cual fundar un pensamiento donde reconocemos que toda manifestación artística debe ser la expresión tangible de la cultura de una nación, una región, un pueblo, un barrio, una familia y por ultimo un individuo, y solamente de esa manera estaremos haciendo nuestro aporte a la búsqueda y construcción de nuestra identidad.

Los arquitectos somos parte de la maquinaria que una nación posee para definir rumbos y objetivos culturales, fundamentalmente por ser los responsables de la conformación de los núcleos urbanos,  espacios públicos y privados, diseñándolos coherentemente según las necesidades de sus habitantes en función de sus particularidades culturales.

Dentro de esta búsqueda debemos incorporar nuestra historia, desde el reconocimiento de nuestros variados y centenarios pueblos originarios, pasando por nuestro riquísimo periodo colonial hispano, la inclusión de los negros, la formación de la república con sus fuertes políticas de inmigración europea, y al gaucho, al criollo. Y aquí es donde aparecen ciertos interrogantes. De todo este abanico de razas, quienes son mas auténticamente argentinos? Quienes nos representan con fidelidad como país, como nación?
Nuestros indios Quilmes del Tucumán o la cerveza Quilmes de Buenos Aires?
A esta altura sin duda alguna ambos forman parte de nuestro ser nacional, ya que han sido legitimados por su trascendencia y permanencia en el tiempo, suena algo extraño, pero es así.  Y es lo que habitualmente sucede con infinidad de rasgos culturales propios a los que se le han sumado ajenos, transformándose en un nuevo resultante mestizo difícil de interpretar. Y en esta búsqueda del descifrado de nuestra identidad es donde los arquitectos, un poco artistas, buscamos un lenguaje que represente estas cuestiones.
Como podemos tener un lenguaje preconcebido como diseñadores sin profundizar en cada caso en particular?. Lo lógico sería tener un lenguaje personal pero afectado por el reconocimiento de la cultura del sitio  y sus circunstancias particulares en su espacio de lugar y tiempo. No sería coherente que ante un mismo tema, uno se exprese con idéntico lenguaje tanto en los áridos Valles Calchaquíes como  en la costa de la provincia de Buenos Aires… en ese sentido, la única sustentabilidad  insoslayable es la sustentabilidad cultural.

Habrá que estar atentos y aguzar el ingenio, es lo que se espera de nosotros. Y además buscando un mensaje para dar con nuestra obra, sino de qué sirve un lenguaje cuando no hay nada para decir. El lenguaje no es garantía de reflexión si no se encuentra modificado por la esencia del lugar donde se realiza el trabajo. La tarea de encontrar un mensaje es absolutamente personal, dependiendo de los intereses particulares que el tiempo, el conocimiento y la historia de vida de cada uno de nosotros nos haya señalado como importante a la hora de afrontar un nuevo desafío profesional.

En estas épocas de Bicentenarios, tenemos la excusa única para estudiar y conjugar todas las culturas de las que estamos compuestos, buscando con ello aportar un ladrillo más a la construcción de una argentinidad siempre en movimiento, mutando, con el único fin de reencontrarse y trazar rumbos comunes para afianzar nuestra voluntad de ser como individuos y como nación.
Somos en parte responsables de ello.

Alejandro Falabella
(Textos publicado el 22 marzo de 2012, Blog A5 PU-PA)

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