Un dibujo
representa no solo la abundante comida de la manada pintada en la piedra,
también es un llamado, una invocación, un augurio, un futuro promisorio, una
buena caza. El dibujo es un deseo.
En arquitectura la representación en general y el
dibujo en particular, han sido desde siempre una necesidad ineludible para
buscar, desarrollar y contar. Transformados en palabra, texto, idioma propio,
son expresión de una visión, de nuestro deseo de arquitectura. Asi, si no hay
deseo, si no hay una visión, uno no tiene fines, se entretiene con los medios y
la técnica del dibujo se transforma en finalidad, virtud en si misma.
Por otro lado el dominio de las técnicas, su
investigación, elección o creación, son imprescindibles y la relación entre
medios y fines es directa: si no cambiamos los medios, los resultados del
proceso no serán muy distintos, si equivocamos la técnica o reducimos el
arsenal a pocas herramientas, la búsqueda achica su horizonte.
En nuestro medio, la representación de
arquitectura ha sufrido una distorsión y una reducción de herramientas. La
búsqueda, la investigación, núcleo de la educación universitaria, se ha visto
influenciada por la forma de documentar, de expresar a otros lo ya definido, de
hacer planos para construir. Tan bellos y útiles como un croquis, son también
la expresión de un deseo, de un antílope que quiero cazar, pero no sirven para
buscar, proponer, discutir, revelar. Como el render, el plano de documentación
es una técnica precisa, compleja, lenta, llena de certezas pero no de dudas.
Nuestro compromiso en Arquitectura 2 es el enseñar
investigar con una técnica expresiva,
ágil y adaptable a cada circunstancia; una técnica que esté directamente
relacionada con el investigador, una herramienta apropiada a cada tiempo y
lugar, propia, personalizada, como una mano que piensa.
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