miércoles, mayo 10, 2017

Territorio Arte Arquitectura

Cuando hablamos leer un territorio, de abstracción, de sensibilidad en la lectura de los lugares… ¿de que estamos hablando?
Hablamos de comprender y construir un territorio, atentos a las simbologías implicadas en él, poniendo de manifiesto algunas de sus características particulares. Estas “características” no son necesaria, ni exclusivamente geográficas.
Aún hablando de un territorio “natural”, ese estado natural,  es el producto de una evolución paralela, y de largo alcance, de la comunidad que lo habita y del ambiente.

Por lo tanto, no hablamos de hacer una maqueta territorial que reproduzca fielmente un paisaje sino más bien de una maqueta que pueda contar una idea, que pueda “captar unas fuerzas”, organizarlas… hacerlas visibles.

Paul Klee dice que “el arte no reproduce las cosas visibles, sino que hace cosas visibles (puesto que) el artista contempla cosas que la naturaleza dispone, ya formadas, ante sus ojos, y lo hace con una mirada penetrante. Y cuanto más penetra, tanto más fácilmente logra desplazar el punto de vista de la mirada anterior; tanto más se le imprime en la mente, en vez de una imagen natural definida, la imagen esencial y única, la de la creación como génesis.”

Por eso sugerimos al momento de realizar sus maquetas, darle lugar tanto al “pensamiento artístico” que nos permite mantenernos “libres” frente al espacio y sus posibilidades y también al “pensamiento arquitectónico” que brinda los instrumentos para construir y ”apropiarse” de ese espacio.
El paisaje o el territorio deja de ser entonces una bandeja en la que se deposita un objeto, porque  en  esa  operación de “reconstrucción” se añaden las nociones de movimiento, de uso, de programa, se proponen además evidenciar ciertas características específicas del lugar… Se propone “revelar” un espacio particular.



”Procuró olvidar las reglas que había aprendido, confiando en el paisaje como en un socio, abandonando voluntariamente sus intenciones y rindiéndose a los asaltos del azar, de la espontaneidad, a la embestida de los detalles brutales. Ya no le daba miedo la soledad que le rodeaba. El acto de tratar de plasmarla en los lienzos le había servido para interiorizarla de alguna manera y ahora podía percibir su indiferencia como algo que le pertenecía a él, tanto como él pertenecía al silencioso poderío de aquellos gigantescos espacios, llenos de colores violentos y de extrañas e involuntarias oleadas de energía, un remolino de formas y de luz.”
Paul Auster el palacio de la luna. 
Barcelona 2001


Jtp Arq. Vanesa Hue


3 comentarios:

JA dijo...

Vivimos siempre metidos en un paisaje, aunque no lo querramos. Y el paisaje, ya sea el cotidiano o el del país, no sólo es algo que se da afuera y que ven los turistas, sino que es el símbolo más profundo, en el cual hacemos pie, como si fuera una especie de escritura, con la cual cada habitante escribe en grande su pequeña vida

¿Se aprende para saber mucho, o se aprende para poder inscribir la propia vida en el paisaje?- Cita de Rodolfo Kusch

Anónimo dijo...

Hacemos pie en la cultura ... pienso ahora en lo interesante de la intuición que bosquejo Kusch, trantando de recobrar la "identidad" para darle otro sentido, pero siempre oscilante entre el ser y el estar. Lo que el llama el "ser alguien" y el "estar aquí"... aunque uno aprenda para poder "ser", ineludiblemente tiene que "estar"... y estar siendo con el paisaje y con el otro.

Marcelo dijo...

Estar siendo en el paisaje y con el otro
Podria entenderse como una condición fundante de la susteNtabildad.
Entendida como algo esencial y arraigado al ámbito- paisaje como algo profundamente cultural.
Superar la vision del paisaje como pintoresco telon escenográfico implica adentrarse en las condiciones vitales y hasta de supervivencia del mismo .
Constituirse en el lugra y compartir el mismo con los otros es el camino ..tan arduo y comprometido como ineludible si realmente buscamos que nue nuestras propuestas sean legítimas.