Algunos años atrás y finalizando octubre, nos aventuramos
como habitualmente hacemos con unos compañeros de búsqueda hacia la provincia de Salta, con la intención de volver a visitar en las cercanías de Metan los restos que quedan,
ocultos bajo el monte, de la mítica ciudad de Esteco.
Esta desaparecida
ciudad de la colonia española ubicada en lo que es hoy territorio argentino,
fue un hito en la toma de posesión del blanco por sobre los naturales, y
su ubicación, fundamental para el
desarrollo de la economía de esta parte de Sudamérica en el camino del Alto Perú hacia
el Río de la Plata.
Fue bautizada después de varios traslados hasta su sitio
actual en 1610, con el nombre de
Nuestra Señora de Talavera de Madrid de las Juntas de Esteco, pero tanto en la documentación antigua como en los
relatos de viajeros, se la
denomino simplemente como Esteco.
Su traza era como
la mayoría de las ciudades de la corona en América respetando las Leyes de Indias, con
amanzanamiento formando una cuadricula y asentada en las cercanías del río Piedras o Juramento.
Un rasgo característico de la ciudad era la prosperidad de sus
habitantes debido al intensivo intercambio comercial con el Alto Perú.
A través de las descripciones de los valiosos
objetos que llegaban desde Filipinas, China, Manila y las costas de América del Sur, se ponía de manifiesto el desmedido despilfarro
de dinero de sus acaudalados colonos.
Y tal es así que
sobre estos acontecimientos se tejió en la época una leyenda, en la que se presagiaban
grandes desastres para la ciudad de Esteco y para sus familias.
"Salta
saltara, San Miguel florecerá y Esteco perecerá" (antigua profecía
citada por Juan Alfonso Carrizo)
No vamos nosotros a
creer en presagios...
Pero lo cierto es
que después de haber sufrido varios malones de
indios diezmando la población, fundamentalmente
el de 1686, la bien establecida ciudad de cincuenta hectáreas amanzanadas con sus iglesias, cabildo
y propiedades particulares fue completamente destruida por un terremoto en 1692
quedando sus ruinas sepultadas para siempre.
Imbuidos en
nuestros pensamientos imaginándonos como iba a ser nuestro contacto con
tan mágico e histórico lugar, decidimos cenar como debe ser
en un sitio así, tan cargado de
hispanidad, hispanidad que reconocemos y admiramos en busca de nuestros orígenes a través del estudio de las "casas de los
antiguos", como suelen llamarles los lugareños.
Empanadas Criollas
y Cabrito, con mayúsculas,
cocinado todo al horno de barro en el club de Metan. Y por supuesto, vino
salteño.
A esa altura,
nuestra felicidad era plena, como niños a punto de comenzar la aventura de sus
vidas esperando con ansias el amanecer para salir al encuentro de esos
llamativos montículos alineados cubiertos de vegetación entre el monte, por ser estos las construcciones sepultadas, y a partir de las cuales
se delinean las calles y la plaza mayor.
De pronto algo
rompe el hechizo y la atmósfera de nuestra criolla cena. Escuchamos un cántico a lo lejos acercándose cada vez más y resonando en nuestros oídos, que decían a viva voz y con mucha algarabía...
JA LO WIN!!
, JA LO WIN!!
, JA LO WIN!!
, JA LO WIN!!
, JA LO WIN!!
Nos miramos los
cuatro con sendos bocados a medio engullir sin llegar a entender de que se
trataba esa bulliciosa manifestación.
De pronto como una visión extravagante, hasta para nosotros citadinos porteños, se nos aparece un camión con acoplado desbordando gentes del
pueblo, junto con un micro de la empresa ATAHUALPA lleno de personajes disfrazados y
coreando ante nuestro estupor.......JA LO WIN!!
ESTABAN FESTEJANDO HALLOWEEN, una tradicional festividad
con raíces celtas que se celebra en los países de origen anglosajón. Habitualmente he visto este tipo de festejos en los COUNTRIES de Buenos Aires en los que, por la impostación de costumbres de la América del Norte, se terminan adoptando sin ningún tipo de recelo y peor aun, con beneplácito. Es comprensible que resulte muy divertida, sobre todo
para los niños por el hecho de disfrazarse con el motivo de infundir terror,
pero que sin duda nada tiene que ver con nuestra identidad cultural y menos
aun, con la de los habitantes de Metan. Debiéramos preguntarnos por que adquirimos ciertas
costumbres of North América.
Después de dormir algunas horas salimos en dirección al lugar de las ruinas de Esteco, nuestro tan emblemático sitio de estudio. Luego de andar unos
cuantos kilómetros palpitando el contacto con la tierra
que habitaron los antiguos, llegamos al monte que cobijo sus secretos durante más
de tres siglos.
Y allí otro
duro golpe a uno de los elementos fundamentales de nuestro acervo cultural.
Varias topadoras
desmontando y arrasando con todo lo que estaba a su paso.
Las ruinas con sus
casas, calles, tejas, paredes de tapia, tiestos de cerámica indígena y española, todo entremezclado con árboles
centenarios arrancados, tierra y maleza formando verdaderos terraplenes.
Esteco estaba siendo borrada para siempre,
como tantos otros sitios históricos que son patrimonio de los argentinos.
Mientras tanto en
la América del Norte donde Halloween es un festejo tradicional, existen
preservadas para sus futuras generaciones las ruinas de una ciudad contemporánea de Esteco llamada JAMESTOWN, fundada por los primeros
colonos ingleses llegados a América,
en lo que es hoy el estado de Virginia en el año 1607 y desapareciendo en 1699.
Prácticamente las mismas fechas y tiempo de vida que Esteco.
Jamestown, un asentamiento que es sitio histórico, parque arqueológico, modelo de conservación cultural, es un ejemplo de cómo un país se
expresa a través del reconocimiento, preservación, consolidación y DIFUSIÓN de sus orígenes tanto coloniales como de sus pueblos
originarios.
En la difusión esta el secreto, o a caso quién de
nosotros no ha oído hablar de una joven india hija de un
cacique y casada con un colono de JAMESTOWN llamada POCAHONTAS? No es un personaje de ficción sino una persona real que habitaba en
la zona de Jamestown en el instante de su instalación, y que luego de haber
vivido en la colonia fue llevada a Londres. Hollywood se encargo de difundirlo.
En la elección y difusión de cuales son los elementos emblemáticos que representan a una nación transformándose en su patrimonio, está
la clave de un horizonte cultural cierto.
Difundir, enseñar, hacer conocer, hacer docencia.
Difundir, enseñar, hacer conocer, hacer docencia.
¿Cómo podemos
querer a alguien que no conocemos? ¿Cómo podemos cuidar algo si no sabemos que
existe?
Como podemos
preservar algo si no sabemos reconocer su valor o si nadie nos lo dijo?
Y en este sentido
los United States saben perfectamente hasta como colonizar a través de la difusión de su cultura, esto dicho sin ánimo de
ofender, pero, si no como explicamos que en la Argentina festejamos Halloween y conocemos a Pocahontas de Jamestown pero desconocemos nuestros festejos más ancestrales y
nuestros referentes históricos.
¿Tanto humanos como arquitectónicos como entre tantos, el cacique Juan Calchaqui y mi tan querida Esteco?
Casualmente una cierta
cantidad de los objetos encontrados en excavaciones en Esteco son exactamente los mismos que los
encontrados en Jamestown, a pesar
de haber sido uno colonia española y el otro colonia inglesa.
¿Sera que tenemos más
OBJETOS en común que OBJETIVOS en común?
No olvidemos que les llevamos más de un siglo de ventaja en América, pero no parece.
Alejandro Falabella
(Textos publicado el 31 de Octubre de 2010, Blog A5 PU-PA)
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