Es un desafío para
nosotros los arquitectos del taller, tratar la problemática de la vivienda
social como solución de emergencia.
Nos manejamos como
pez en el agua donde los temas abordados son más permisivos en cuanto a
posibilidades formales, lo cual nos habilita a la exploración plástica sin
reparar en la optimización de recursos.
Al plantear una particular
visión de cómo hacer arquitectura de una manera absolutamente vinculada al arte
y, a la cual todos suscribimos sintiéndonos orgullosos de pertenecer, pareciera
que ante la obligación de resolver el tema de la vivienda social, olvidamos por
completo nuestra razón de ser y abandonamos nuestra teoría y nuestro
pensamiento desandando caminos propios y recorriendo ajenos.
Y en este sentido
debemos mantener firme el rumbo marcado por una cátedra, que ha sabido ganarse
el respeto de sus pares a través del tiempo y que ha hecho de ello una escuela.
Hay que diferenciar
la que llamamos vivienda de interés social, de la que denominamos vivienda
social de emergencia.
Sin duda hemos
planteado la vivienda de la Boca como la vivienda que en ese barrio debiera ser,
con toda su carga significativa por el Bicentenario de la Revolución de Mayo.
Una vivienda social pero con alto grado de habitabilidad, donde planteamos
soluciones ideales teniendo en cuenta la recuperación de las virtudes en todo
sentido de las casas originarias del lugar.
Ahora bien, estamos
hablando de un barrio emblemático de Capital Federal, pero ¿qué sucede si el
trabajo se traslada al Neuquén? Y peor aún, al interior del Neuquén. No tenemos
la ciudad que nos indica el camino cobijándonos ni nos protege del descampado
donde todo está por hacer.
Este comentario
hace referencia al concurso de vivienda social que allí se está llevando a cabo.
Y si observamos las construcciones en la zona a intervenir realizadas por la
propia iniciativa de sus habitantes, descubriremos un potencial subyacente muy
rico en cuanto a posibilidades formales y de materialización, teniendo en
cuenta además la solución de la provisión de alimentos a través de huertas
tanto particulares como comunitarias.
Pero el gran
problema a resolver es la provisión de agua.
Ningún asentamiento
humano es posible sin agua.
Todo lo que hemos
aprendido a lo largo de cinco años de carrera para desarrollar una visión artística
plástica y sensible de los temas, lo debemos aplicar tomando contacto con el
lugar descubriéndole sus secretos, comprendiendo cuáles son sus raíces culturales
perdidas, pero se encuentran aun latentes, e investigar los problemas
esenciales para la habitabilidad y factibilidad del proyecto.
Por otro lado
debemos reconocer a los pueblos originarios y sus descendientes que con su
mestizaje forman parte potencial de los futuros habitantes del lugar.
En este caso los
Mapuches del Neuquén adquieren un protagonismo esencial. Comenzando con sus tan
perdurables expresiones artísticas, tanto en instrumentos musicales como en
maravillosos textiles que merecen un capítulo aparte, en su alfarería, en su
arte rupestre, en su vestimenta, en sus cuerpos pintados, en sus elementos
rituales y sobre todo en su magnifica platería que, luego de mestizada con la
colonial dio origen a la platería criolla, la cual es hoy emblema de argentinidad
en todo el mundo.
Pero toda esta expresión
estética no es un simple formalismo sensible, sino por el contrario responde
profundamente a rasgos culturales mítico religiosos representando a la luna, al
jaguareté, a la fertilidad de la mujer, a los cazadores, a los arboles, a las
garras de los cóndores, y por supuesto al agua. Y cada uno de ellos con un
significado espiritual que ha perdurado en las comunidades del Neuquén hasta el
día de hoy sobreviviendo al embate de la llamada civilización.
Y por otro lado el
reconocimiento del terruño con su topografía, con sus limitaciones por la
aridez debido a la escasez de lluvias, por los fuertes vientos, la desolación,
con la cual han aprendido a convivir nuestros Mapuches, pues han sabido leer en
su tierra, como respetar sus árboles para construir sus viviendas, como
entender los cauces de los arroyos durante el verano y donde asentarse para que
todo sea más sencillo utilizando los pocos recursos que le brinda el lugar, a través
del sentido común.
Hoy lo llamaríamos
sustentable.
Tener que refrescar
estos conceptos tan obvios, es como querer explicar la importancia del agua en
la navegación. Pero nos sigue haciendo falta... Evidentemente, sobran elementos
tangibles y representativos de los cuales tomarnos tanto para la inspiración
como para la resolución del proyecto.
Para comenzar con
nuestra propuesta no debiéramos abordar el tema con la liviandad de la imposición
de aspectos formales preconcebidos, debido a su evidente descontextualización.
Frecuentemente repetimos formalismos que nos han dado cierto resultado en otras
ocasiones, y terminamos creyendo que es ese un punto de partida valido.
Pero no lo es.
Alejandro Falabella
(Textos publicado el 13 de Octubre de 2010, Blog A5 PU-PA)
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