lunes, agosto 21, 2006

Diego y su casa. La deseada subjetividad

Mi casa

La casa comprendida como un lugar propio, como un lugar al que uno pertenece, confidente de intimidades, guardadora de secretos. Un lugar propio para aislarse, un lugar propio para estar, donde uno se siente resguardado y protegido del mundo, de las cosas que están más allá. La calle, la vereda, los ruidos, mi casa... un lugar como todos, pero impregnado de mi figura, mi sombra tallada en las paredes le dan mi identidad.

Coloco la llave, la giro y se abren las puertas de mi lugar, camino un pasillo largo, abro una puerta más íntima. Entro a un jardín y atravieso un sendero, subo unos pequeños escalones y encuentro la puerta más íntima de todas, la puerta que me deja entrar verdaderamente a su interior. Accedo y veo hacia la derecha un lugar inferior cubierto de los rayos de sol que entran tamizados por la ventana y las cortinas, que se reflejan en las baldosas, en los sillones, en el bar y en la irregularidad del techo. Recuerdo momentos de inconmensurable paz junto a la chimenea leyendo en una noche de crudo invierno. Me encuentro elevado.
Bajo hacia la izquierda y encuentro el comedor, con sus muebles y su gran mesa ovalada, que tiene como fin un plano blanco e irregular, pero a su izquierda hay un pequeño escape. Un pasillo.
Paso por la cocina, el lugar más vivo de toda la casa, siento ese aroma a hogar. Sigo caminando y encuentro las habitaciones, con su proporción justa para el uso con el cual fueron creadas.
Al fondo, encuentro una puerta, un lugar frío, de azulejos blanquecinos y formas negras, un lugar menos usado que los demás pero absolutamente necesario.
Vuelvo a la cocina, salgo al jardín, verde y celeste, con unas pequeñas manchas blancas en el cielo... respiro, me alejo y me encuentro en el aire, en las flores, me encuentro en el reflejo del agua. Al fondo veo dos receptáculos.

No hay ruidos, no hay molestias, todo se encuentra en perfecto equilibrio, sensaciones me invaden, geometría que reconozco como propia, recuerdos que aún siguen vivos. Me siento cálido. Me siento contenido. Me siento en mi lugar.

Estoy en mi hogar.

Diego Adad.



En esta hermosa descripción de su casa Diego ahonda en puntos fundamentales.
Cuando hablo de descripción no me refiero a la simple y objetiva descripción física... se trata deuna descripción lo menos objetiva posible, cargada de vivencias , recuerdos.
Se trata de una descripción VITAL. ( recuerdo momentos de inconmensurable paz leyendo junto a la chimenea)

Es muy interesante con que claridad refiere a los diferentes grados de privacidad y el rol que juegan en ellos las puertas ( la puerta mas íntima de todas).
Estoy recordando un poema de Neruda donde en referencia a las puertas dice

Me dedique a las puertas mas baratas
viejas , amontonadas en demoliciones
y les dije ................................................
vengan a mi puertas desiertas
les daré casa y muro y mano que golpea
oscilareis de nuevo abriendo el alma
custodiareis el sueño de Matilde
con vuestras alas que volaron tanto.

La incorporación del sentido del olfato en estrecho vínculo con la cocina ... aroma a hogar

La noción de pasillo como espacio.... escape......

La incorporación del suelo-cielo , la eterna tensión, en el exterior es tan directa como sugestiva
( salgo al jardín verde y celeste).

La apropiación a través del espacio cotidiano de la geometría que muta de considerando abstracto "la geometría" a valoración personal personal
" la geometría que reconozco como propia".

Muy gratificante tu subjetiva descripción Diego

Marcelo

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