Cuando estaba en Europa estudiando, me iba a casa de Picasso. A veces conversaba con él. Picasso siempre me recibía, era muy gentil conmigo; yo era un chiquillo que le hacía preguntas idiotas, pero Picasso se las arreglaba para darme unas respuestas que yo entendiera.
Fue el primero que me habló de símbolos y que me habló de la falta de símbolos de muchos arquitectos y artistas del siglo XX.
Picasso se consideraba a sí mismo como un artista del símbolo, para mí eso fue una revelación, eso me abrió el mundo
El racionalismo no tenía nada que ver conmigo. Aunque yo empecé siendo un racionalista…
Me acuerdo que hice una casa, diseñé el proyecto siendo estudiante todavía, y después se construyó. Este trabajo conservaba de manera muy directa la influencia de los principales arquitectos modernistas de la época.
Luego me fui a Europa a estudiar y me acuerdo que se la enseñé a mi profesor, Franco Albini, de Milán, y esperó a que hubiera mucha gente alrededor y entonces me hizo la crítica, «Too preety», en inglés.
A mí me fue chocante, pero me hizo un gran favor, me dijo: «Usted actúa como un viejo, no se equivoca, trata de no equivocarse, y llega a la exactitud, a la precisión. ¡Equivóquese!»
Y entonces, esa cosa de decir «¡Equivóquese!», esa especie de permiso que me estaba dando para hacer un poco de locura, me fue fundamental en mi vida.
Y cambié, me decidí a hacer otro tipo de cosas, a enrolarme en obras mucho menos perfectas, pero más creativas.
Ese fue mi comienzo, un comienzo que yo catalogo como sano, muy bueno. Y eso me hizo modificar mi admiración por Mies Van der Rohe, que era la moda de esa época, o Le Corbusier en su primera etapa. Todo eso de inmediato se cambió y yo empecé a tratar desesperadamente de ser yo mismo, que hasta ese entonces todavía no lo era.
La influencia de Wright es la manera de abarcar un espacio ilimitado.
Me influyó de Wright la idea de que el espacio no empieza aquí, sino que el espacio se convierte en una continuidad, sube, sale en otras direcciones, hay movimiento, y eso innegablemente me marcó.
De Gaudí tomé el sentido de que la creación arquitectónica es carne, y la noción de carne para mí fue importante sobre todo en la escuela de Artes Plásticas.
En mis dos escuelas, está la cinética espacial de Frank Lloyd Wrigth, el espacio no tiene límite. Hay dos maneras de ver el espacio:
espacio limitado: es el espacio en el que el contorno es preciso, el que sigues casi con el dedo, con la línea del dedo; y espacio ilimitado que es la imprecisión del contorno. Espacio limitado es cuando el muro es un cerramento, aunque haya vidrio, y sientes que ahí termina.
espacio ilimitado es cuando el muro es un filtro, la pared se convierte en filtro, los elementos se convierten en filtro y el espacio sigue.
espacio limitado es cuando la composición es cerrada y no puede crecer.
espacio ilimitado, es como mis escuelas, cuando a partir de una estructuración abierta se da la sensación de que al salir el espacio arquitectónico continúa en el paisaje.
espacio limitado es aquel en que todo es evidente
espacio ilimitado es el que busca el misterio, lo escondido, aquel en que a medida que caminas piensas encontrar un recoveco y otro recoveco, una sucesión de recovecos.
Mi espacio siempre ha sido espacio ilimitado...
domingo, diciembre 02, 2007
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