Es
realmente muy difícil abordar este tema de las viviendas originarias de La Boca
sin caer en descripciones arquitectónicas, metafóricas, literarias o
musicales.
Abordajes sobre los que
ya tanto se ha escrito profusamente con autoridad, reconociendo todo lo que La
Boca, único barrio insular de Buenos Aires ha producido culturalmente en
nuestro ser porteño desde su marginalidad por ser inundable siendo,
paradójicamente, espacio de expresión para los proletarios que forjaron una
identidad intransferible, improvisando una urbanización pertinente en ese
contexto tan peculiar.
¿Que
es lo que tiene de particular este conventillo frente a la plaza Solís en el
que tenemos que trabajar?
Definitivamente
no es su estado de conservación ni sus condiciones de habitabilidad. Tampoco lo
es el hacinamiento en el que malviven estas quince familias que lo están
ocupando en algunos casos desde hace unos treinta años, ni sus casi inexistentes
estructuras originales, menos aun sus cualidades arquitectónicas formales, funcionales
o constructivas.
Lejos
está este predio de ser patrimonial, no figura en el Inventario de Patrimonio
Urbano de La Boca y Barracas que realizo nuestra Universidad allá por los
noventas con subsidios del CONICET.
La torre fantasma
Usina
Casas de Rentas
Sin
embargo posee algunos condimentos que lo hacen único.
El estar ubicado en la mismísima cuadra
del antiguo Mercado Solís hoy devenido en terminal de colectivos, y que en la
esquina opuesta de esa misma cuadra existe un conventillo de buena factura y
conservación al igual que los demás que completan esa fachada sobre la calle
Ministro Brin incluyendo el lindero a su izquierda, salvo el terreno baldío con
“conventillo demolido” a la derecha del predio que nos atañe.
Y además el estar
ubicado frente a la Plaza Solís, que si fue nombrada Patrimonio Urbano de La
Boca.
La esquina del ex Mercado
La esquina en la actualidad (Terminal de Colectivo)
Los conventillos y el predio baldío
Pero
haciendo uso del ojo del arquitecto que ve signos distintivos viendo mas allá
de lo obvio, notaremos en su fachada que su planta baja es de mampostería y que
su parte superior es de chapa, pero no de chapa sinusoidal sino de chapa lisa,
cuestión bastante particular, y que además los “pintores” que le pusieron color
no pintaron cada chapa de un color distinto reconociendo los fragmentos que la
componen ni tampoco la pintaron al monocromo como seria previsible, sino que se
expresaron intuitivamente ensayando figuras geométricas irregulares que no le son
propias, rompiendo las modulaciones rectangulares o cuadradas del material
haciendo de la fachada un todo expresivo desdibujándole la imagen de haber sido
construida con rezagos.
A esta cuestión “pictórica”
podríamos familiarizarla con una voluntad artística intuitiva e ingenua, o no
tan ingenua, tal vez asimilada por la visión inconsciente de las imágenes que
dejaron plasmadas los maestros en la genética de sus hacedores y, de ser así, ameritaría
un paseo a vuelo de pájaro por sobre los artistas plásticos que principiando el
siglo XX redefinieron y conformaron el puerto y barrio de La Boca como un polo
“artístico bohemio” contraponiéndose en un ida y vuelta al ya consagrado polo
cultural académico y comercial consolidado en la calle Florida…
Fachada conventillo a intervenir
Al
ver esta fachada pintada de esta forma podrían leerse en ella jugueteos del
fantasma burlón de Juan del Prete, nacido en Italia pero de niño inmigrado a La
Boca participo activamente en el desarrollo de la ebullición pictórico cultural
que se daba en el barrio desde principios del siglo XX, cuando recién se
conformaba la trama en damero de La Boca copiada de la ciudad. O sea que las
artes plásticas boquenses prácticamente nacieron en conjunto con el barrio.
Emilio
Petorutti, no boquense pero adoptado por su colega Raquel Forner, Raquel Forner
compañera de Benito Quinquela Martin y de Lino Eneas Spilimbergo en el taller del maestro Pio
Collivadino, igual que el maestro Alfredo Lazzari con su discípulo Fortunato
Lacamera, Santiago Stagnaro y su hermano Osvaldo, José Luis Menghi, Julio
Vergottini junto a Quinquela y Juan del Prete conformando el grupo "El Bermellon" en 1919 y tantos otros.
Juan del Prete
Emilio Petorutti
Raquel Forner
Benito Quinquela Martin
El
lector ya habrá notado por los apellidos la “flema británica” de los artistas…
¡¡¡ ERAN TODOS TANOS !!!
¡Y todos salieron de las clases marginales de
un barrio marginal inundable!… el mismo barrio que hoy debiera ser fiel a sus
esencias y continuar esa herencia cultural a pesar de las dificultades económicas
y sociales porque, antes también las había.
La inmigración trajo a La Boca
fundamentalmente artesanos italianos con oficios: herreros, carpinteros,
costureros, pintores, calafateadores y
toda actividad vinculada a los quehaceres navales, quienes encontraron, ellos o
sus hijos, en el barrio un espacio propicio para expresarse a través de las
artes.
Pio Collivadino
Alfredo Lazzari
Fortunato Lacamera
Santiago Stagnaro
José Luis Menghi
Julio Vergottini
En
esa mixtura de rio, mar y tierra que trajeron los artesanos navales, entre la
indefinición de la casa o el barco, donde se ataban al palenque los caballos y
los botes, de esa cuestión de “el zarpar o el afincarse”, es donde se gesta entre
tanos, españoles, portugueses, criollos, negros, polacos, “rusos”, entre chapas
y maderas, rejas y ventanas, balcones, fuentones, palos de ñandubay y
quebrachos achuelados con azuela todo entreverado pero con un orden propio en
derredor de un patio, nada menos que el conventillo…
Plantas de conventillos
Pequeños detalles
Y es
en ese mismo ámbito que surge de las necesidades más elementales pero
dignamente resueltas, el sainete criollo, variante autóctona del sainete
español enriquecida por la mescolanza de razas y personajes que habitaron los
conventillos.
En el sainete “Mustafá” de
Enrique Santos Discepolo, el protagonista dice:
¿”La razza forte no sale de la mescolanza? ¿E donde se produce la
mescolanza?
Al Conventillo”…
Como
están dadas las cosas en nuestro país en cuanto al deterioro de nuestras raíces
culturales por falta de educación y difusión con décadas de falta de rumbos
ciertos, hoy en día el sainete criollo se
desarrollaría en el supermercado chino…
Axonometría conventillo
Y es
en el conventillo que tenemos que intervenir, que entender para luego querer y
después preservar, para saber entonces que es lo que hay que restaurar, que es
lo que no tiene valor significativo y desguazar, y recién ahí y de ser
necesario innovar pero con la autoridad que nos da el conocimiento profundo del
tema.
El
desafío no consiste en resolver un problema social. Para eso están los
sociólogos, tampoco pasa por cambiar palos, tablas o escaleras en mal estado,
para eso están los carpinteros, tampoco por reparar caños ni baños, para eso
están los plomeros… y depende de vaya a saber quien, voluntarios o estado,
hacer docencia para que los habitantes respeten el lugar que habitan, evitando así
la desaparición de nuestro acervo arquitectónico de La Boca, hoy, en franco
deterioro.
Pero si el problema es más complejo
donde se incluyen todos esos items parciales pero se los asume como un todo
integral agregándole sustancia, sensibilidad, conocimientos sobre arte y
materialidades, orientaciones, posibilidades constructivas y de
sustentabilidades en todos sus aspectos, ese es el trabajo que solo un
arquitecto puede resolver, para eso nos hemos preparado.
ADJ. Arq. Alejandro Falabella
3 comentarios:
hoy en día el sainete criollo se desarrollaría en el supermercado chino…
gran frase!
Muy pertinente el aporte del Arq. Falabella por su gran acervo cultural.
Pero me hace ruido lo que dice en el penúltimo parrafo:
"El desafío no consiste en resolver un problema social. Para eso están los sociólogos"
Si el habitat no es un problema social no se de que estamos hablando
¿Son solo vanidades morfológicas?
Dudo seriamente que los sociólogos o cualquier especialista pueda resolverle los problemas a la gente, es como estar convencido que los economistas son los que deban resolver los problemas económicos del país.
La historia ha demostrado que la tecnocracia no sirve.
Mucho menos que nuestro rol profesional consista en educar a la gente "para que los habitantes respeten el lugar que habitan"
Es casi como decir que "esa gente no sabe vivir y hay que educarla y donarles un libro de Heidegger a cada uno"
Anonimo de las 7 46, que bueno que leiste todo el texto, que malo que solo hayas hecho incapie en un punto en el que no estas de acuerdo. Primero no es MI acervo cultural, es EL DE TODOS.
Obviamente el habitat es un problema social, pero como ya vengo expresando desde hace varios años, la vivienda no esta exenta al respeto y valoracion de la cultura del sitio por una cuestion de pertenencia. Y menos aun la que es unica e irrepetible transformandose en PATRIMONIO DE TODOS, hay en el mundo viviendas declaradas PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD, y vos crees que no hay que hacer docencia sobre eso? Quien le va a explicar a alguien que esta viviendo en un sitio singular y no se esta dando cuenta que es un privilegio de pocos y que debe preservarlo?
Por ultimo, espero que dejes el comodo anonimato y me expliques cual es mi rol. Por favor no me traigas un libro ni de Heidegger ni Niestche ni nada similar, con observar con ojo clinico nuestras cuestiones culturales me alcanza.
Como voy yo a enseñarle a un hornero a hacer su casa y como usarla? El mismo la hizo. Sabe mas que yo.
De arquitectura, patrimonio y preservacion se mas yo, y espero que vos tambien, sino, estamos en el horno.
ale falabella
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