Hijos del rigor mortis

No voy a comenzar este comentario como se acostumbra a encabezar con un cordial pero de dudosa sinceridad y tibio “Estimados”, sino que voy a ser lo más fiel posible a mis sensaciones de estos últimos días con un firme “Manga de, o Caterva de, o Jauría de, o Cumulo de…”

Caterva de Paspados,

El día 29 de septiembre finalmente llego. Aunque uno siendo arquitecto o similar siempre cree que el tiempo sobra y que las fechas nunca llegan. La obra se desarrolla con la mejor de las buenas ondas con todos los trabajadores haciendo asaditos, tomando mate y escuchando música mientras se trabaja a media máquina. Los propietarios nos adoran y vienen solo a chusmear o mejor aún, a pagar. Si el cemento no llego no hay drama, voy yo con mi chata y cargo bolsa por bolsa de cincuenta kilos y las llevo con una sonrisa polvorienta, y si cuando llego empolvado el ayudante que prepara la mezcla le dice que se rompió la correa del trompito o el disco de diamante de la amoladora no corta, vuelvo a salir con mi chata en busca de esos tan preciados objetos de deseo tarareando el tema Happy …

Esto obviamente durante los primeros meses …

Ahora, los climas y humores cambian radicalmente cuando se aproxima el final de la obra, porque aunque parezca increíble y suene una injusticia, a las obras hay que terminarlas, porque esta gente que nos adoraba y ahora es tan ingrata tiene que mudarse, ya que vendieron su anterior propiedad hace rato y está el hombre a punto de sucumbir  porque está viviendo en lo de su suegra que es un sol, amuchados con tres pibes en edad escolar que quieren jugar a la pelota en el living.

Con su mujer, la mejor. Y eso que de privacidad ni hablemos, pero la felicidad los desborda.

En realidad lo que los desborda es que llegando al final de la obra se les termino la plata que también parecía eterna, por lo que un simple zócalo o un picaporte parecieran tener el costo del reflotamiento del Titanic, transformando ese clima idílico del inicio en una verdadera tragedia indigerible.

Si se rompió la correa del trompito la agarro entre las dos manos como el estrangulador de Manhattan y gritando como un barra brava trato de ultimar al que tenga más cerca…

Que asado ni asado! ¡A ver si todavía se les ocurre hacerlo en la parrilla nueva con los refractarios recién colocados y los enhebro a todos como brochette con un fierro candente del doce!

¡Como cambiaron las cosas!

Lo mismo sucede con la facultad donde pareciera que las fechas nunca llegan, y si de última llegan como por ejemplo la entrega de fin de año, la vamos llevando corriendo las entregas  como si Papa Noel postergase las Navidades según nuestras necesidades.

Milagrosamente,  gracias a Dios y a los Santos Evangelios y al rigor, de una vez por todas se decidieron a trabajar, a producir, a crear, a traer elementos sobre los cuales poder corregir y a esforzarse porque seamos claros, sin esfuerzo es imposible hacer una carrera universitaria y menos aun en nuestro curso donde no le regalamos nada a nadie. Jugamos todo el tiempo al fleje arriesgando mucho sin conformarnos con lo seguro.

Inventamos funciones para que desarrollen su capacidad creativa y se diviertan entusiasmados con lo que están creando. Y eso es lo que queremos transmitirles, eso es lo que queremos que aprendan, a dar todo por aprender a ser buenos arquitectos. Estamos para eso. Para formar mejores profesionales.

Personalmente siento una profunda decepción cuando veo que no se logra generar esa llama sagrada en algunos alumnos que por suerte son unos pocos. Pero todavía no nos damos por vencidos. Dependiendo de ustedes, estamos a tiempo.

El día del Concurso fue realmente reconfortante ver en ese pasillo armado con mesas las entregas expuestas donde se percibía o evidenciaba el trabajo de un taller serio y comprometido, con imágenes sugestivas bien mostradas sobre laminas prolijas y con contenido de autor, con personalidad, con la expresividad  dada por algo de esa llama sagrada que estamos buscando encender o agrandar en ustedes. Es verdad que por esto que les contaba del manejo de los tiempos, nos falto tiempo, no mucho, una semana más o diez días hubiesen sido suficientes. Y ustedes lo saben.

También están los que saben que no dieron lo que tenían que dar para estar a la altura de una exposición de fin de un trabajo para ser evaluados por el Jefe de Cátedra y todo un cuerpo docente de jerarquía.

Agradecemos profundamente a todos los alumnos que estos últimos días incluyendo el encierro del sábado se esforzaron para que este concurso sea un evento festivo y de camaradería tanto para ustedes como para todos los docentes participantes de la propuesta.

No se olviden que ahora el tiempo nos corre, a no desperdiciarlo porque Papa Noel ya nos comunico que no está dispuesto a postergar las Navidades, y nuestro cliente se niega a pasarlas en lo de su suegra aunque sea un sol, porque nosotros por paspados no hicimos a tiempo de terminarles la casa en fecha.

Agradecemos la participación de los docentes invitados al concurso.

Aunque algunos hayan bebido algo más de lo previsto según las normas del buen beber, de todas formas se agradece su colaboración. 

Muchas gracias al Tano que propuso la realización del concurso y a Jebus, Daniel, Diego, Gabo y Ezequiel por el interés en que sus alumnos aprendan.

Arq. Alejandro Falabella